Era este un hombre como de cincuenta años de edad. Colocó su sombrero sobre una silla, descubriendo una cabeza sobre la cual habian dejado apenas tres ó cuatro trencitas de un cabello gris, los cincuenta ó cincuenta y dos años que habian pasado sobre él. Cuatro sillas con asiento de esterilla completaban el ajuar de esta bonita habitacion debido á la laboriosidad y economias de la virtuosa costurera que la habitaba. Una de aquellas miradas con que la muger virtuosa y ofendida, hace espirar la palabra en los labios del despreciable ser, que se atreve á empañar el límpido cristal de su virtud. ¿por qué engañarme esta muger? Soñadas Cárlos.-Amas á una muger éOD todo el fuego del primer amor. Si alguna vez hubieses sentido latir tu corazon con la violencia y al impulso de un amor como el mio: si alguna vez hubieses quitado los ojos del Eden dorado de la felicidad para medir con ellos el abismo negro y profundo de la desgracia: si alguna vez hubieses sentido internarse en tu pecho el helado puñal de los celos: si alguna vez hubieses llevado a tus labios el caliz amargo de la desesperacion: si alguna vez hubieses probado la cicuta, la ponzoña amarga del desengaño, en fin Arturo, si alguna vez te hubieses encontrado frente a frente con una de aquellas mugeres, cuya mirada mágica clava un solo sentimiento en el corazon, un solo pensamiento en la mente; y una sola esperanza en la ilusion, entonces, solo entonces, podrias comprender la amargura de mi vida-¡
No Arturo, este amor gigante, este sentimiento colosal que nos es dado sentirlo pero no comprenderlo ni esplicarlo, ha absorvido todo mi ser. Has de saber Arturo, dijo Cárlos, que me encuentro en una dolorosa posicion. Esta vez, Arturo, es una realidad tan negra como horrorosa, la que me hace sufrir los tormentos del infierno y la que me hace mirar la vida como una pesada carga. En el primero á mas de algunas ordinarias aunque bien cuidadas plantas, había una puerta à la derecha que daba entrada á una espaciosa sala. Un mediano espejo con marco de caoba, pendia de la pared de la derecha sostenido por un gracíoso moño de una cinta de celeste raso. Una pequeña mesa de pino con su correspondiente cajon surtido de todos los útiles de costura, ocupaba el centro del cuarto. Te dijo que la esperases en el cuarto arco de la recoba nueva y no ha venido. La viva claridad que arrojaba éste sobre el nevado frontis de la catedral, casa de justicia, departamento de policia y recoba nueva, parecía decir á la concurrencia estrangera-He ahí los interpretes fieles del adelanto y cultura del pueblo porteño. El bello secso porteño, ostentaba en sus magníficos y vistosos trages, los dulces colores del pabellon glorioso que sostenido por los robustos brazos de los libres de Sud América, recibió como bautismo, los dorados rayos del sol que brilló el 25 DE MAYO DE 1810, alumbrando à un pueblo de héroes, que al grito sagrado de ¡
De la pared de la izquierda de este pendia un viejo farol, cuyos vidrios en su mayor parte rotos, estaban reemplazados por pedazos de papel, sugetos con obleas y que servian en ese momento para resguardar del viento á una pequeña y moribunda llama, que relampagueaba en el centro y cuyos débiles rayos eran el último resto de la pobre iluminacion que apenas habia durado una hora. Esta radiante y repentina iluminacion, bañó con sus rayos mil elegantes grupos, dignos del pincel de los Rafaeles y Murillos, que las graciosas porteñas formaban apiñadas, bajo los arcos de la recoba nueva, casa de justicia, y sobre la hermosa gradería de mármol de la catedral, cuyas blancas y elevadas columnas daban á aquel espectáculo un aspecto verdaderamente encantador. La casa tenia dos patios. Esta tarde fuí á casa de Camila y alli estaba ese hombre. Dejaremos proseguir su camino al enamorado Cárlos y su amigo el alegre Arturo y nos trasladaremos con el paciente lector á una casa de pobre apariencia situada en una de las lóbregas calles inmediatas á la plaza de la Concepcion. ¿Sabes Arturo lo que quiere decir esa sonrisa?
Esa sonrisa tan sarcástica como diabólica me ha dicho que Camila me es infiel! Te suplico encarecidamente Arturo que, dejando aparte tus bombásticas frases y locuras, te espliques con seriedad: ¿qué opinas tú de la falta á los fuegos, de Camila? A poco, por el lado opuesto, divisé la silueta de un jinete que, desalado, cruzaba a saltos las ondas pajizas de la llanura, volteando la soga y revolviéndose presuroso. Confiesa querido amigo que has estado demasiado ligero en tus locos juicios, hijos de tu misma ecsaltacion y vamos al teatro, que allí tal vez las encontraremos; pues aquí hay mas del frio necesario, para convertir nuestros pobres cuerpos en dos pirámides de sal. Creo Cárlos que si no eres el mas injusto de los hijos de Adan, tienes una gran facilidad para levantar procesos y sentenciar por tu esclusiva cuenta y riesgo. Una mediana cuja de hierro, pintada de un color verde esmeralda y poéticamente envuelta en una muselina blanca era lo primero en que se detendria la vista, del que detuviese su planta en el dintel de la puerta.